Elegante, colorido y enclavado entre el mar y las colinas, Portofino es hoy uno de los pueblos más emblemáticos de Italia. Pero tras sus fachadas color pastel y sus yates de lujo se esconde una historia milenaria, impregnada de pescadores, marineros y familias nobles.
En este artículo, repasamos la historia de Portofino, desde sus orígenes romanos hasta su renacimiento como destino turístico internacional..
Los primeros vestigios de asentamiento en la zona de Portofino se remontan a la época romana.
Según la tradición, el nombre Portus Delphini (puerto de los delfines) fue dado por los romanos en honor a los numerosos delfines que poblaban estas aguas.
Ya en aquella época, el pequeño puerto servía de escala natural para los barcos que navegaban por la costa de Liguria, ofreciendo un refugio seguro contra los vientos y las tormentas del mar de Liguria.
Durante la Edad Media, Portofino se convirtió en un pequeño pueblo de pescadores bajo la protección de la República de Génova.
Su economía se basaba en la pesca, la recolección de coral y el comercio con los puertos cercanos.
Las coloridas casas que hoy enmarcan el puerto fueron construidas durante este período, una al lado de la otra para optimizar el espacio y proteger el pueblo de los vientos y las incursiones.
A lo largo de los siglos, la comunidad de Portofino mantuvo una fuerte identidad marítima, fundada en la sencillez, el trabajo duro y la devoción religiosa, como lo demuestra hoy la Iglesia de San Martino, el santo patrón de la ciudad.
Durante los siglos XV y XVI, Portofino permaneció bajo el control de la República de Génova, que reconoció su valor estratégico.
Sin embargo, el pueblo permaneció pequeño y aislado en comparación con grandes ciudades portuarias como Rapallo o Santa Margherita Ligure.
Con la llegada de la era moderna, Portofino se convirtió en un refugio tranquilo para marineros, agricultores y familias locales que vivían de la pesca y el cultivo del olivo.
Solo a finales del siglo XIX comenzó un lento cambio: artistas y viajeros extranjeros comenzaron a descubrir el encanto del lugar, atraídos por la belleza agreste del promontorio.
Fue en el siglo XX cuando Portofino se convirtió en un mito internacional.
En las décadas de 1950 y 1960, el pueblo comenzó a acoger a celebridades del mundo del cine, la moda y la nobleza europea, transformándolo en uno de los destinos más codiciados del Mediterráneo.
Celebridades como Winston Churchill, Liz Taylor, Richard Burton y Brigitte Bardot pasaron aquí sus vacaciones, haciendo de Portofino sinónimo de elegancia y dulce vida.
Mientras tanto, la bahía fue inmortalizada en películas, fotografías y pinturas, consolidando su imagen de un pequeño paraíso de Liguria suspendido entre el mar y las colinas.
Hoy en día, Portofino es un símbolo del turismo de lujo, pero aún conserva el alma de un pueblo histórico.
Tras los yates y las boutiques de alta costura se esconden calles tranquilas, casas históricas y vistas auténticas.
El Parque Natural Regional de Portofino y el Área Marina Protegida protegen la naturaleza y el mar, ofreciendo rutas de senderismo, buceo y vistas impresionantes.
Visitar Portofino hoy significa viajar en el tiempo, entre la sencillez de sus orígenes y el glamour que la ha hecho famosa en todo el mundo.
Il nombre Portofino deriva del latín Portus Delphini, "puerto de los delfines".
La Iglesia de San Jorge(en italiano: Giorgio), construida en el siglo XII, alberga las reliquias del santo patrón de los marineros.
Hasta los años 30 a Portofino sólo se podía llegar por mar o a pie.
La historia de Portofino es una historia de mar, tradición y transformación.
De pequeño puerto romano a pueblo de pescadores, pasando por icono del turismo internacional, Portofino representa el equilibrio perfecto entre autenticidad y refinamiento.
Quienes visitan hoy este encantador lugar aún pueden respirar el encanto de su larga historia, reflejada en las olas, los colores de las casas y el silencio de su puerto al atardecer.